«Hacia el este de Madagascar»
Llegué a Madagascar de madrugada, la verdad que hasta el día siguiente no tuve conciencia de estar en el continente africano, ya con la luz de la mañana y al asomarme a la ventana supe que comenzaba mi aventura malgache.
Mi primer día en Tana (Antananarivo) fue para organizarme y decidir que hacer, aunque tenía previsto ir para el oeste y descender el río Tsiribihina hasta Morondava en canoa, me aconsejaron no hacerlo por los asaltos a turistas que recientemente estaban preocupando a los guías, y es que llegué a Madagascar en vísperas de elecciones generales al gobierno y en algunas zonas del país había conflicto.
Sentado tomando una cerveza en la barra del hostel en el que me alojaba conocí a Stefan, un Eslovaco que viajaba por África y le quedaban cuatro días en Madagascar, en ese rato decidimos irnos juntos hacia el este y llegar al Parque Nacional Andasibe-Mantidia.
Salí hacia Andasibe por la mañana temprano, cuatro horas en un Taxi-Brousse desde Tana, el transporte local, y ya empezaba a imaginar como serían los trayectos en estos transportes y las carreteras que me iría encontrando por todo Madagascar, por supuesto todo trayecto debía tomarse con tranquilidad y sin prisas por llegar.
A medida que me alejaba de Tana comenzaba a aparecer la vegetación frondosa del este de Madagascar, en esta zona del país aun se encuentran bosques primarios, a pesar de la desforestación de gran parte del país. Al llegar a Andasibe encontré bosques húmedos, selvas con una biodiversidad increíble, pasé un par de días adentrado en estos bosques del Parque nacional de Andasibe-Mantadia un lugar maravilloso, donde vi al famoso Indri indri o babakoto, el lemur más grande de Madagascar, verlos y sobre todo oírlos gritar en las llamadas familiares es impresionante, al atardecer no dejabas de oír sus gritos a medida que caía la noche en la selva.
Todas las caminatas por la selva las hice con Tina, una guía local que se me presentó al bajar del autobús y fue mi guía durante tres días.
Salidas nocturnas donde ver el lemur más pequeño, anfibios y camaleones, y cada día gecos, serpientes, orquídeas y aves que viven en estos bosques.
Y por supuesto tratar con la población local, algo distante en un principio, pero amable y risueña una vez que te mostrabas con amabilidad y cercanía.
Comenzaba mi aventura por Madagascar. Agosto 2018.
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